viernes, 27 de enero de 2017

Adele (quinta parte) Expectativas


Hay pocas cosas que me gusten, y aún menos cosas con las que disfrute de verdad. Pero lo confieso, me encantan los saraos de mi familia paterna. No por reunirme con gente, lo cual odio, sino por la clase que tienen mis tías en organizar festejos. Ellas se retan en una especie de duelo "Master Chef", que podría resultar patético, pero la verdad es podrían dejar a cualquier superchef por los suelos. Lo mejor es que por lo general,  después de hacer las preguntitas de rigor y decirme lo bien que me sienta el vestido, etc.me dejan en paz. 
Ayer fue el bautizo de la  hija de mi primo Aurelio. Yo soy la mayor de los primos, pero Aurelio, que es de los primos "pequeños'", seis años menor que yo y un poco lelo, decidió multiplicarse y "enriquecer" el mundo con su estirpe antes que los primos mayores. Mi familia paterna es tan educada, que a nadie se le ocurre rayarme con: " Y tu,¿para cuando vas a tener hijos?". O aún peor: " Que se te va a a pasar el arroz".
Así que acepté la invitación al bautizo.Me apetecía ir a comprar un regalito para el bebé lo mismo que hacerme el arakiri, así que manipulé a Lola para que lo hiciera ella. Aunque estuve a punto de no hacerlo, con el coñazo que me dio:
"No sabes el nombre?" Me dice por quinta vez.
 "No sé Amelia, o Amalia..."Le digo, ya casi gritando. Dios,¿a quién le importa?
 "A ver, si le voy a comprar un babero con su nombre..." Bla bla bla
El caso es que la bebé Amalia o Amelia era como todos los bebés; a mi todos me parecen iguales. Por el cumplir el protocolo, me asomé al cochecito "Oooh, que monada...", no debió de creerme ni el lelo de mi primo. Pero bueno, yo, que había ido directamente al local, porque nunca asisto a ceremonias, me posicioné bien alejada de mit tío Edudardo, que es el pedante de la familia, y me dispuse a esperar un buen agape.  Y fue como esperaba. Cuando algo cumple con mis expectivas, puedo alcazar el éxtasis.

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